lunes, 2 de febrero de 2009

Lost in traslation

Tengo que decirlo, odio esos anuncios en tonos ocres, donde niños albinos, con mejillas sonrosadas y ojos azules, comparten educadamente una chocolatina, mientras disfrutan de una soleada tarde de primavera. No puedo verlos, me recuerdan a una película de terror de serie B. ¿Y los colores?, por favor si parece que estuvieran en un planeta iluminado por tres soles.

Debería estar acostumbrada, al fin y al cabo lo vemos a diario, anuncios hechos en un país que, exportados a otras culturas resultan totalmente ajenos. Sin embargo, soy incapaz de imaginar el mundo que me muestran. Simplemente, no me lo creo.

Hay que ahorrar, y lo sé. Pero, a veces son tan insalvables las fronteras culturales que mejor sería estarse quietecito. Lo peor del asunto es que también ocurre dentro de un mismo país. En España, que es la que nos duele, hay diferencias claras entre Comunidades del norte y del sur. Estilos de vida distintos, expresiones propias, acentos marcados y gustos dispares, que no se pueden pasar por alto. No será la primera vez que una empresa venida a más decide invertir en publicidad, para darse a conocer en otras regiones, y utiliza los mismos mensajes. Su éxito dependerá de las similitudes entre unas zonas y otras, pero en mi opinión es una acción temeraria, publicidad a lo KamiKaze.

Lo acertado sería hacer un estudio específico antes de lanzar un producto o servicio. Conseguiremos que nuestro mensaje sea mucho más preciso y obtendremos mejores resultados. Si nuestro presupuesto es limitado, existen Oficinas Regionales de Comercio donde nos facilitarán la información del sector y el mercado, que necesitamos. Aún así, lo mejor es ponerse en manos de profesionales y contratar una buena agencia de publicidad, que para eso están.

Con miedo a parecer repetitiva, diré que las barreras geográficas no son las únicas que dan problemas cuando exportamos anuncios, nos deberán preocupar igual las sociales. Así como no podemos vender del mismo modo una hamburguesa a un americanito medio que a un español de Sevilla, no podemos vender un coche, con el mismo mensaje, a un ama de casa que a un adolescente de pelo rapado, flequillo al viento y pendiente en la lengua. Claro que parece de sentido común, el mismo sentido común que pierden muchas empresas cuando piensan que con un mensaje van a llegar a todos sus públicos. La publicidad a granel está muy bien cuando no es a nosotros a los que les duele el bolsillo.

Hay que andar con cuidado. Existen muchas barreras culturales y sociales, pero también lingüísticas. Debemos ser cautos y, si no conocemos el idioma, o contratamos a un traductor o correremos el riesgo de hacer el más absoluto y bochornoso de los ridículos.

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