viernes, 16 de octubre de 2009

SOBRE PESO

Muchos de mis conocidos saben que peco de intolerante cuando se trata de estereotipos en publicidad. Me cabrea ver las artes que llegan a utilizar las agencias de publicidad con la excusa de vender más, cuando en realidad lo que quieren es llamar la atención. En más de una discusión acalorada he defendido a capa y espada que la publicidad debe ser responsable con la imagen, estereotipos y valores que transmite a la sociedad porque, seamos realistas, al final el que más por el que menos termina siendo un borrego que se deja atrapar por los canon de belleza y estilos de vida que ve por televisión.

No pocas veces he oído el recurrido discurso de que los publicistas no tienen el deber moral de educar, que para eso están los padres y los profesores. Yo no soy de esa opinión. Para mí, cualquier contenido que se muestre en televisión en horario infantil (de madrugada que pongan lo que les dé la gana) debe guardar cierta responsabilidad social. Sé que es un arma de doble filo. Ya me estoy imaginando a todas esas organizaciones, férreas defensoras de la ética y la moral, frotándose las manos, poniendo cortapisas y buscando insultos publicitarios donde no los hay. Sin embargo, no podemos mirar para otro lado y hacer como que no va con nosotros. La publicidad es responsable, al igual que el cine, la moda y otros tantos, de los valores, la estética y los modelos de comportamiento que heredarán las nuevas generaciones.

Y todo este discurso seudoprogre viene a raíz de una noticia que leía ayer tarde sobre el despido de una modelo (Filippa Hamilton) por sobrepeso. Parece ser que la firma Ralph Lauren consideraba que la modelo excedía la talla necesaria para lucir sus prendas y decidió, en su última campaña, disimular el sobrepreso de la chica con ayuda del photoshop. Las fotos retocadas son un insulto a la vista (os dejo el enlace para que juzguéis por vosotros mismos) más si cabe cuando leemos la talla de la modelo que con una altura de 1,77 pesa 55 kilos. Si eso es gorda, que venga Dios y lo vea.

martes, 13 de octubre de 2009

LA ALBAÑILERÍA QUE USTED SE MERECE


Cuando menos te lo esperas, un nuevo tipo de publicidad te deja boquiabierto y preguntándote dónde está para algunos el límite que separa una buena promoción de la chabacanería garrula de pueblo.

En una empresa de albañilería malagueña, preocupados por la repentina e inesperada crisis del ladrillo, han decidido promocionar sus servicios al más puro estilo Pajares y Esteso. La gran idea consiste en colgar una banderola, en plena calle, con la imagen de una chica semidesnuda, enseñando nalgas, y acompañada de un recurrente slogan: “La albañilería que usted se merece”.

En mi pueblo es mezclar churras con merinas, pero está claro que cuando la crisis aprieta la gente se exprime el cerebro al máximo y encuentra analogías donde otros no vemos más que una broma de bar. Y es que no puedo dejar de imaginarme al grupo de turno, con un par de chatos de vino, palillo en boca, hablando de lo mal que está el país y lo feas que se van a poner las cosas. Hasta que de repente a uno se le ocurre la solución a sus problemas. Si lo hacen en los talleres a ver por qué no vamos a poder hacerlo los albañiles.

Podéis imaginar el polvorín que se ha armado en el pueblo. Las damas escandalizadas e indignadas por tener que ver el culo de la señorita cada vez que van a la compra y, los señores, esparcidos en corrillos por los bancos cercanos, sin entender muy bien el por qué de tanto revuelo por un culo de nada.


Una vez superado el momento del chiste, sólo diré dos cosas al respecto. Lo primero y más importante es que es ilegal colgar cualquier material publicitario en el mobiliario urbano. Que lo hagan los partidos políticos en días de campaña no legitima a todos los demás a utilizar las farolas como soporte para promociones variopintas. O la farola es tuya o necesitas un permiso especial del Ayuntamiento, que te adelanto no te van a dar. Así que lo más probable es que el señor albañil, de su escarceo publicitario, haya sacado una buena reprimenda de su mujer, insultos callejeros de las damas del lugar y una multa por alteración de mobiliario urbano.

Lo segundo, y esto es más una observación, es que es cierto que el sexo vende, pero hay que saber utilizarlo con cuidado. Como mínimo que exista una justificación lícita para su uso. No por plantar, sin ton ni son, a una chica en topless en un cartel promocional ya vas a vender más. Dependerá de qué es lo que estés vendiendo. Es un recurso muy manido, estamos demasiado acostumbrados al sexo y los desnudos como reclamo de venta, así que nos volvemos exigentes. Si no lo vemos justificado, lo más probable es que rechacemos el producto o servicio. Y, ni voy a hablar del mal gusto del anuncio, que se cae por su propio peso.

Una cosa sí le voy a reconocer y es que el cartelito, de momento, ha conseguido salir en los diarios digitales y, mucho me temo que nuestros amigos de Antena 3 lo recogerán en el telediario del mediodía. No obstante, y por mucho que le cueste creerlo al propietario de la empresa en cuestión, no es cierta la premisa que ha oído de que “lo importante es que hablen de ti aunque sea mal”