Leía en la prensa esta mañana el triunfo en los Emmy de MadMen, que cumpliendo los pronósticos se ha proclamado un año más como mejor serie dramática. Para los que no la conozcan, trata sobre una prestigiosa agencia de publicidad neoyorquina de los años 60. Es una de esas series de culto, alabada por los críticos y con una presencia en los medios e índices de audiencia apabullantes.
Personalmente no tengo muy clara mi postura ante esta serie. Dependiendo del día y del capítulo que vea, me parece una sátira mordaz e inteligente de la sociedad de los años 60 ó una vergüenza machista y misógina, denigrante y ofensiva.
Analizando la serie de manera objetiva, y dejando a un lado mi insultada sexualidad, tiene genialidades innegables. Viene a ser algo así como un trompazo contra la sociedad machista que nos precede. La fotografía es una maravilla de la estética que te transporta a la época sin que te resulten extraños los choques culturales. La delicadeza y perfección de los decorados evoca un look retro y elegante que bien podría ser el de un anuncio publicitario de grandes marcas de moda. Y no puedo dejar pasar la cabecera, para mí una de las mejores que he visto y que me gusta definir como inquietante y perturbadora.
Por lo demás, no me parece que sea de las mejores. No es una de esas series que te enganchen. El desarrollo de la trama es muy pausado, transmitiendo una sensación de lentitud, que hace difícil que el argumento te atrape. En cuanto a los personajes, no llegas a sentir empatía con ellos, demasiado ajenos a nuestros patrones de comportamiento social. La actitud estúpida y arrogante de los hombres, frente a la sumisión y las rivalidades femeninas a la búsqueda de marido, no son precisamente nuestros roles profesionales.
Es posible que mi actitud ante Madmen se deba en parte a la decepción que me causó que en una serie que transcurre en una agencia de publicidad, apenas se hable de publicidad. Se ven desfilar a grandes marcas, con grandes campañas, de esas que crearon escuela y se estudian en la facultad, pero no se profundiza en cómo se idearon. Las campañas pasan de largo sin más pena ni gloria, entre niñatos con trajes que insultan a la creatividad con ideas absurdas y vulgares, denigrando la profesionalidad del publicista.
He leído algunas críticas sobre esta serie que llegan a comparar las vicisitudes del mundillo que relata con situaciones y conflictos que pudieran ocurrir hoy día. Esto me parece cuanto menos una estupidez. Madmen no es una serie realista. El mundo que describe no es el nuestro, cualquiera de las situaciones que se desarrollan, hoy las consideraríamos de acoso sexual para arriba. La serie plasma la sociedad de los años 60, principios de los 70, los inicios de la sociedad de consumo en la que hoy vivimos. Debe entenderse como lo que es, una serie con ciertos tintes históricos, descriptivos y críticos, a la vez.
Si alguien cree que es una serie con situaciones que bien podrían darse hoy día, por favor que no la vea. Para los demás, Madmen es una buena serie, chic y estéticamente perfecta, con un guión sólido y una gran carga crítica, que todos deberíamos ver.