lunes, 22 de junio de 2009

PONTE DURO

Existen dos tipos de campañas de concienciación social: Duras y blandas. Las Blandas son aquellas que tratan de concienciar de manera positiva, mostrando los beneficios de la acción, mientras que las Duras nos enseñan el lado malo y tratan de evitar que realicemos actos nocivos y perjudiciales generando miedo.

Hay opiniones diversas entre los expertos sobre cuáles son más eficaces. Las estadísticas dan como ganadoras, con amplia mayoría, a las campañas Duras. Sin embargo, está demostrado que aunque a corto plazo previenen más que las Blandas, a medio y largo plazo los resultados, como mínimo se igualan. El motivo, pues que nos insensibilizamos. Nos acostumbramos a ver escenas fuertes, sangre, dolor y sufrimiento, y terminan por pasar inadvertidos ante nuestros ojos. Por esta razón los organismos alternan la tipología de las campañas de concienciación social que lanzan a la calle.

Personalmente, por efectividad publicitaria, prefiero las campañas Duras, sobre todo si van dirigidas a adolescentes. Dudo mucho que a ciertas edades tempranas nos preocupen los riesgos futuros de consumir drogas, de montar en moto sin casco o de hacer botellón los fines de semana. A esas edades todavía piensa uno que las cosas malas les pasan sólo a los demás, así que nuestro objetivo publicitario debe ser quitar al adolescente la idea de inmortalidad que lo lleva a cometer actos peligrosos.
Otro caso son las campañas dirigidas a adultos (antitabaco, uso del cinturón, etc). Aunque me sigo inclinando por las campañas duras, cuando se trata de adultos no las considero tan imprescindibles. Conforme nos acercamos a los 30, vamos adquiriendo cierta conciencia de bienestar físico. Empezamos a cuidarnos de forma activa, nos preocupamos por nuestra salud y por llegar a la vejez sanos y con pocas arrugas. Valoramos las consecuencias positivas de evitar excesos y no correr riesgos innecesarios.

Existe un punto medio entre los dos tipos de campañas de concienciación. Como efectivas, las duras son las mejores, pero hay que reconocer que a veces se pasan de macabras. No creo que haya necesidad de llegar a la violencia gratuita para prevenir, que algunas campañas bien podrían considerarse terrorismo publicitario más que obra social. Hay que buscar un equilibrio entre las dos opciones si no queremos caer en lo gore.

Hace unos días recordaba una de las campañas de concienciación que más me ha impactado en toda mi vida. Mi generación seguro que la recuerda: aquel anuncio a plano fijo en el que un gusano se introducía lentamente en la nariz de un chico. ¡Dios! Esa imagen todavía me persigue. Se me ponen los pelos de punta sólo de imaginarla. Para mí, es el icono del tipo de campañas que de verdad conciencian. Simple, visual, directa y eficaz.

Existen muchos ejemplos de buenas campañas. La verdad es que es un mundillo en el que publicitariamente se trabaja muy bien. Dentro de los organismos públicos que invierten en concienciación social el que más destaca es la DGT. Algunos le recriminan las enormes sumas de dinero que gasta en publicidad, pero eso no viene al caso. Año tras año, la DGT lanza nuevas campañas de seguridad vial. Algunas blandas, otras duras y otras muy duras. Una campaña dura será mucho más eficaz si en años anteriores se han utilizado campañas más blandas. Somos así de borregos.

Voy a cerrar con una CONTRA-CAMPAÑAS DE LA DGT, en plan graciosete, que he encontrado por internet y que dice así: con sólo 1 radar, 77 multas diarias, en un año 28.000 multas, a 300 euros cada una… 8.400.000 euros (1.397.642.400Ptas…). NO PODEMOS CONDUCIR POR TI, ESTAMOS CONTANDO EL DINERO.


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